El corazón endurecido, es una cualidad necesaria o deseable para un líder en un sistema basado en la opresión, desigualdad y explotación, donde la distancia del que padece, del que sufre son necesarias para ejercer el poder dentro de un imperio.
Paró representa aquel tipo de liderazgo, imperialista de corazón petrificado, aquel que se ciega por su propia arrogancia y se rodea de vendedores de humo.
Actualmente el mundo se ve enfrentado a un momento de inflexión innegable, pero que para muchos aún no es más que palabrería que intentan ignorar. Algunos de estos síntomas van desde alzas en la media de las temperaturas, sequías, aluviones y aumento en los niveles del mar.
El cambio climático es una realidad en la que ya estamos viviendo y que puede traernos consecuencias desastrosas, pero a pesar de esto, existen muchos líderes que optan por ignorar o directamente negar la amenaza.
Cambian los imperios, cambian los faraones, pero seguimos bajo la subordinación de los líderes equivocados, aquellos que necesitan verse rodeados de magos y hechiceros que tranquilizan y calman a su pueblo con sus juegos pirotécnicos, seguimos siendo esclavos y víctimas de una realidad creada, tal como Paró lo hizo, para desmoralizarnos y olvidarnos de quiénes somos y de dónde venimos.
La idea de imperio nació con Egipto, ese imperio que se muestra grandioso, esplendoroso y que seduce pero que no prolifera, por su intrínseca esterilidad, incapaces de perdurar, incapaces de trascender.