Deuteronomio 29:9 al 31:30
Una noche del año 1913, mientras hablaba con familiares y amigos, Franz Rosenzweig prometió bautizarse. Sin embargo, se propuso antes experimentar y vivenciar más de cerca todo aquello de lo que sería separado por esta conversión.
Pidió a sus familiares un tiempo de contemplación y repaso, y fue así como inició una consciente participación en los עשרת ימי תשובה (Aseret Iemei Teshuvá), los diez días desde Rosh Hashaná hasta Iom Kipur. Para él, estos se convertirían en los «diez días de retorno» a sus raíces.
Más tarde, Rosenzweig le expresaría a su familia la decisión indeclinable de rechazar la conversión al Cristianismo, diciendo: “Estamos de acuerdo en lo que Cristo y su Iglesia significan en el mundo: Nadie viene al Creador sino por él (Jn 14, 6). Nadie viene al Creador, pero es diferente cuando alguien no tiene que venir al Creador, porque ya está con Él.»
Rosenzweig descubrió que el judaísmo no es la aceptación de una doctrina, de una religión y/o sus rituales. Por el contrario, es la experiencia de una realidad preexistente.
Nos acercamos al término de un ciclo y al inicio de uno nuevo. Nada se termina cuando uno abandona la linealidad y se incorpora a lo circular de un tiempo que termina y comienza y que al mismo tiempo nos contiene.
La intensidad de la vida se manifiesta cuando nos animamos a dejar de vivir en coordenadas limitantes y nos adentramos en lo misterioso y complejo de vivir.
La vida misma es un experimento hasta el momento de la acción.
Para Rosenzweig, como para todos los judíos, no hay un mejor momento para actuar que Iom Kipur. Él lo expresa con estas palabras: “Llevar desde donde estemos en la vida de regreso a la Torá. No despreciaremos lo que seamos, no renunciaremos a lo que hayamos adquirido, sino que conduciremos todo de regreso al judaísmo”. (1920)
Que en estos días tan especiales, podamos tener presente esta perspectiva amplia sobre lo que implica volver. Tal como lo expresa esta parashá doble: “…también de allí te reunirá Dios y te traerá a la tierra que tus padres poseyeron.” (30:5) Y todavía agrega: “Porque este mandato que te prescribo hoy… está cerca de ti.” (30:11)
Que cada cual pueda descubrir personalmente su cercanía con eso que llamamos «Judaísmo», reflexionando sobre cómo se conecta aquello con nuestras propias vivencias, experiencias e historias, en resumen: que podamos profundizar sobre nuestra judeidad.
Y que todos – independientemente de dónde estén – puedan retornar a la relación judío-judaísmo, con todo lo que fuimos, somos y queremos ser, en estos días tan importantes de introspección.
Shabat Shalom.